El amor al Derecho frente a la burla del poder: una reflexión necesaria.

La historia nos ha demostrado, una y otra vez, que la soberbia institucional tiene fecha de caducidad. Que los muros de los tribunales no son eternos cuando dentro de ellos se sepulta la justicia. Que la burla a quien lucha con la ley en la mano no es otra cosa que miedo disfrazado de risa. Hoy escribo desde el alma, con la fuerza de quien ha visto a ciudadanos ser humillados en las mismas puertas donde debería habitar la dignidad.

El amor al Derecho frente a la burla del poder: una reflexión necesaria

Cada escrito jurídico nacido desde el amor al derecho es una declaración de resistencia. Y aunque los pasillos del poder se llenen de risas burlonas, la vida da vueltas. Porque lo que hoy se menosprecia, mañana puede ser la jurisprudencia que todos citarán. Porque lo que hoy silencian, mañana será lectura obligada. Porque la verdad, cuando se escribe con pasión y respeto a la justicia, termina abriéndose paso incluso en medio del desprecio.

El ejercicio de la abogacía no puede seguir siendo un camino de humillación. Defender no es delito. Opinar no es incitar al odio. Escribir con firmeza no es rebeldía: es compromiso constitucional. Aquellos que hoy se burlan desde un escritorio no entienden que el derecho también tiene memoria. Y esa memoria juzga.

A quienes hoy enfrentan burlas, arbitrariedades y puertas cerradas, les digo: no se detengan. El Derecho necesita mentes claras y corazones valientes. No bajemos la pluma. No apaguemos la voz. Porque escribir con justicia es sembrar esperanza.

Y cuando el polvo del desprecio se asiente, lo que quedará será el eco de nuestras palabras, firmes, dignas, y verdaderas.

Justicia es escribir, incluso cuando no quieren leer.

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