“Solo sé que no sé nada”: la humildad intelectual como herramienta del conocimiento. El Columnista. El Abogado Litigante.

En el litigio, la frase atribuida a Sócrates trasciende la filosofía y se convierte en una regla de oro para el ejercicio profesional. El abogado que se aferra a certezas absolutas termina atrapado por su propio ego; en cambio, quien reconoce que su conocimiento es siempre perfectible adquiere una ventaja estratégica: siempre sigue aprendiendo.


“Solo sé que no sé nada”: la humildad intelectual como herramienta del conocimiento. El Columnista. El Abogado Litigante.

Cuestionar incluso lo que creemos que ya dominamos.

El derecho cambia, la jurisprudencia se transforma, los criterios se flexibilizan o se endurecen. El litigante que asume que “ya lo sabe todo” se queda atrás.
“Solo sé que no sé nada”: la humildad intelectual como herramienta del conocimiento. El Columnista. El Abogado Litigante.


Desconfiar del dogmatismo judicial.

Cuando un tribunal afirma que algo es “así porque siempre ha sido así”, es allí donde más se necesita el método socrático: preguntar, repreguntar, desarmar, demostrar.


La humildad como fuente de autoridad moral.

El abogado que reconoce lo que ignora desarrolla un pensamiento crítico más honesto, más sólido y más respetado.

En un sistema donde abunda el abuso de poder, la manipulación del proceso y el formalismo vacío, la frase socrática se convierte en un acto de resistencia intelectual:

Solo sé que no sé nada” no debilita al litigante; lo fortalece. Lo obliga a observar, investigar, argumentar y afinar su criterio con más rigor que aquellos que se conforman con la primera respuesta.

Es una manera de recordar que la justicia no se alcanza desde la soberbia, sino desde la búsqueda constante. 

La frase atribuida a Sócrates, aunque no aparece de forma literal en Platón, resume la esencia de su pensamiento: la sabiduría comienza cuando reconocemos los límites de nuestro propio conocimiento. En el ejercicio del Derecho, este principio tiene una vigencia absoluta.

“Solo sé que no sé nada” es una metodología jurídica:

"Solo sé que no sé nada”: la humildad intelectual como herramienta del conocimiento. El Columnista. El Abogado Litigante.

– Impide aceptar dogmas procesales sin fundamento.
– Exige contrastar cada hecho y cada norma.
– Obliga a desconfiar del formalismo vacío y del poder ejercido sin control.

En sistemas donde la arbitrariedad se disfraza de autoridad y donde las decisiones judiciales a veces se alejan de la Constitución, la duda razonada se convierte en un acto de resistencia profesional.

El abogado que reconoce lo que aún no sabe no es débil: es más preciso, más ético y más libre para pensar.

En última instancia, la frase socrática no es una renuncia al conocimiento; es una invitación permanente a profundizar. El litigante que adopta esta actitud evita la ceguera del ego y camina con honestidad hacia lo esencial: la búsqueda sincera de la verdad jurídica y la defensa real de la dignidad humana y del derecho. 

La célebre frase no se encuentra escrita así en ninguna obra de Platón, Jenofonte ni Aristóteles.

Es, más bien, una síntesis histórica del pensamiento socrático, elaborada por intérpretes y filósofos posteriores.

La formulación más cercana aparece en la obra de Platón, especialmente en:

Apología de Sócrates, donde Sócrates afirma que si es más sabio que otros es porque no cree saber lo que no sabe.

Diálogos tempranos (Lisis, Laques, Protágoras) en los que Sócrates desmonta supuestos conocimientos ajenos a través de preguntas.

A partir de esos textos, la tradición filosófica resumió su postura en la fórmula:

“Solo sé que no sé nada”.

"Para Sócrates, reconocer la ignorancia no era debilidad, sino el punto de partida de la verdad.

Surgió como respuesta al Oráculo y como crítica al falso saber de los poderosos. El autor de la frase "Sólo sé que no sé nada" es el filósofo griego Sócrates. Atribuye el origen de la frase a una ocasión en que el oráculo de Delfos lo declaró el hombre más sabio de Grecia, a lo que Sócrates respondió que él simplemente reconocía su propia ignorancia, a diferencia de otros que creían saber cuando en realidad no lo hacían. 

Se convirtió en un método para desmontar discursos, interrogar dogmas y resistir decisiones arbitrarias. Para Sócrates, esta frase era una forma de decir que el verdadero conocimiento comienza con el reconocimiento de la propia ignorancia.

En el litigio moderno, esta actitud es esencial: el abogado que cree saberlo todo deja de investigar; el que reconoce sus límites abre el camino a la estrategia más sólida, más ética y más cercana a la justicia".






Publicar un comentario

0 Comentarios