Un juez o magistrado que aplica la ley y la jurisprudencia de forma selectiva, amparando a unos y condenando a otros que tienen iguales derechos, pero que se opone al poder polĆtico y burocrĆ”tico, no es imparcial, es funcional al poder que lo domina y lo lleva a la defensa de su cargo no a la defensa del derecho.
Ese juez no es guardian de la Constitución, sino a las estructuras de poder que lo sostienen. Ha olvidado que su legitimidad no proviene del cargo que ostenta, sino de su sujeción inquebrantable a la justicia, a la equidad y al respeto igualitario a todas las partes.
Negar el derecho a recusar a un juez que ha perdido su imparcialidad es negar la esencia misma de la justicia penal. Quien no reconoce esto, o no lo comprende, no debe juzgar a nadie; juzga por intereses económicos o politicos. La recusación es una garantĆa constitucional (artĆculos 26 y 49 de la Constitución Nacional), no un obstĆ”culo procesal.
En el corazón del proceso penal descansa un principio que parece sencillo, pero que sostiene toda la arquitectura de la justicia: el derecho a ser juzgado por un juez natural e imparcial. Este principio no es un adorno retórico de la Constitución, ni una concesión generosa del poder judicial: es una garantĆa constitucional, inviolable, sustancial e irrefutable.
NingĆŗn tribunal puede burlar el debido proceso.
Y ninguna defensa serĆ” legĆtima si se rinde al miedo o al silencio.
Porque sin jueces imparciales, no hay juicio, solo teatro .
Y porque la recusación es un derecho, no una ilusión.
Cuando discrimina causas para silenciar errores inexcusables o para proteger a otros jueces aliados al poder, comete el acto mÔs abominable que pueda existir dentro del sistema judicial: traicionar la justicia para servir al poder, y no a la Constitución.
Esa clase de juez, tƩcnicamente revestido, pero moralmente desnudo, ensucia la toga, contamina los procesos y destruye la fe ciudadana en el derecho como herramienta de equidad y verdad.
No puede haber jueces con doble moral, que en algunos casos citan la doctrina y en otros la callan, según a quién deben proteger.
Ningún juez estÔ por encima de la Constitución.
Este artĆculo es parte de mi lucha. Porque la justicia debe volver a ser real, imparcial y justa.
Es triste ver como la justicia se tambalea en manos de aquellos que la convierten en negocio y en impunidad, es tan visible como algunos jueces desvĆan el derecho y silencian la verdad, que desgracia estĆ” ocurriendo, que vergüenza para todos aquellos que prestaron juramento ante Dios y la ley para hacer justicia, so pena de incurrir en delitos penales por abuso de poder, exceso de poder y extralimitación de funciones, colusión y animadversión personal, sea por nepotismo procesal y trĆ”fico de influencias, son los llamados jueces con doble moral.
Negar una recusación debidamente fundamentada, ignorar pruebas documentales, impedir el acceso al fallo y devolver el expediente al juez recusado no es solo una omisión procesal : es una herida directa al corazón de la justicia. Cuando el sistema protege a quienes abusan del poder, el sistema deja de ser justo y se convierte en una maquinaria que recicla la impunidad.
2 Comentarios
Ningún juez estÔ por encima de la constitución, lamentablemente la construcción es letra muerta
ResponderBorrarGracias por su comentario, pero no te desanimes el derecho esta vivo no muere.
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